En el mes de noviembre de 1930, el filósofo y ensayista José Ortega y Gasset escribía en el diario El Sol una crítica al fracaso gubernamental, instando a la ciudadanía a ir contra la monarquía:
“…somos nosotros, y no el Régimen mismo; nosotros gente de la calle, de tres al cuarto y nada revolucionarios, quienes tenemos que decir a nuestros conciudadanos: ¡Españoles, vuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo! Delenda est Monarchia”.
El 13 de febrero de 1931, el Rey Alfonso XIII pone fin a la “dictablanda” del General Dámaso Berenguer y Fusté, nombrando al almirante Juan Bautista Aznar-Cabañas como nuevo Presidente del Consejo de Ministros.
Ante el desgaste político de la dictadura, Alfonso XIII decidió convocar Elecciones Municipales con el fin de regenerar el régimen y devolver el poder perdido a las instituciones monárquicas. De esta forma, el Gobierno de España propuso un nuevo calendario electoral: se celebrarían, primero, Elecciones Municipales el 12 de abril, y después, Elecciones a Cortes, que tendrían “el carácter de Constituyentes”. La convocatoria de las Elecciones Municipales se realizó con el objeto de que las Elecciones a Cortes Constituyentes se hicieran con unos Ayuntamientos populares y democráticos.
El periódico El Socialista, órgano central del Partido Obrero, en su número del 12 de abril de 1931 animaba a la ciudadanía a ir a votar de la siguiente forma:
“Ha terminado la campaña de propaganda electoral, desarrollada con éxito triunfal. Todos los actos convocados por la Concentración Republicano-Socialista estuvieron rebosantes de público y de entusiasmo Lo contrario les ha ocurrido a los monárquicos. En los actos de éstos no ha habido más que curas, frailes y aristócratas. El pueblo, la ciudadanía, estuvo ausentes de ellos. Por eso nadie duda del triunfo de la candidatura de Concentración Republicano-Socialista. Las propias derechas lo proclaman con su aturdimiento y contorsiones, de desesperación. Se ven vencidos y se revuelven airados contra el país con ademanes de irritación histérica.
La lucha está entablada entre la monarquía y la República, entre la tiranía absoluta y la democracia y la libertad, entre el orden y el desorden.
[…] Es claro el dilema que está colocado ante la conciencia nacional: el que vote por la monarquía vota por el impunismo, por la dictadura y la esclavitud del pueblo; quien vote por la República lo hace favor de la democracia y de la libertad, base y fundamento de la soberanía nacional. Pueblo: en tu mano está el porvenir de España; con tu voto vas a decir su quieres ser libre o esclavo. […].”
Llegado el día 12 de abril de 1931, día de la votación, el pueblo español dio una magnifica lección de ciudadanía y de orden al Gobierno de la Nación. El periódico El Socialista de fecha 14 de abril nos cuenta que:
“A las primeras horas de la mañana, el pueblo, con la candidatura en la mano, se ha situado ante las puertas de los colegios en largas colas, en espera cada ciudadano de que le tocara su turno para votar. El fervor y entusiasmo contrastaban con la ecuánime serenidad de la muchedumbre. Convencido el pueblo de la magnificencia de la jornada que oba a desarrollar la democracia contra la tiranía, no quiso que el resultado de la elección quedara deslucido por acto alguno. El Gobierno había destacado gran flujo de fuerzas ante los colegios, sobre todo en los barrios populares. ¿Con qué objeto? ¿Qué designios impulsaban a tal manifestación de fuerza? Ninguno favorable a la causa del pueblo. Pero los ciudadanos marchaban serenos, ecuánimes, firmes, pasando por delante de la fuerza pública a votar (…). No hubo que lamentar ni un solo incidente. Y esto engrandece y ennoblece más la brillante jornada.”
El resultado de estas elecciones fue que en casi todas las capitales de provincia y en gran cantidad de pueblos, los candidatos republicano-socialistas triunfaron plenamente. El Heraldo de Madrid de fecha 13 de abril de 1931 nos lo relata así:
“Se puede asegurar que, por primera vez, el pueblo español ha ejercitado el derecho constitucional del sufragio; que por primera vez ha tenido efectividad en casi toda España esta conquista de la democracia.
Esta vez, sí. Esta vez, los electores españoles se han aprestado a cumplir con esta obligación ciudadana de una manera espontánea y con un espíritu de independencia que ha sorprendido a los mismos favorecidos con el voto popular. La realidad ha superado a todos los cálculos y a todas las previsiones, aún las del optimismo más exaltado.
[…] Tiene, además, el resultado de estas elecciones otra significación tan clara como sorprendente. Han demostrado que, en regiones tradicionalmente letárgicas, que en regiones dominadas de siempre por una fuerza caciquil que se creía invencible, se despierta con vigor insospechado una conciencia de los derechos y virtudes ciudadanas, un anhelo de reivindicación, un ansia de dignificarse y libertarse…”
Con respecto al triunfo de la República en las Elecciones Municipales de 1931, el periódico El Socialista de fecha 14 de abril nos dice que:
“Monarquía o República era el dilema que se le presentaba al pueblo, y éste lo resolvió pronunciándose por la República. Es un fallo inapelable del país. Hoy España tiene régimen municipal republicano. Lo ha establecido en uso de sus derechos soberanos. A la monarquía no le queda más remedio que obedecer la voluntad unánime del país y desparecer. ¿Qué camino va a seguir la monarquía? ¿Resistir? ¿Aún más? Pues no olviden que el pueblo quiere establecer el régimen republicano sin efusión de sangre. La resistencia lanzaría al país a una lucha de violencia que causaría hondos males, que irían a aumentar el capítulo de las graves responsabilidades que le incumben al régimen.
El pueblo está convencido de que la monarquía es el desorden, la anarquía, el caso, y quiere librarse de tan graves peligros estableciendo, en paz si es posible, la República. Esta es hoy la única esperanza de salvación de España.
Es necesario que todo el mundo respete y acate la soberana voluntad del país.”
El martes 14 de abril se proclamó la Segunda República desde los balcones ocupados por los nuevos concejales, viéndose el Rey Alfonso XIII obligado a abandonar España, que lo haría sin abdicar formalmente (abdicaría en enero de 1941, a favor de su hijo, D. Juan de Borbón y Battenberg, Conde de Barcelona).
El siguiente texto, publicado en el diario ABC del día 17 de abril de 1931, le fue entregado por el Rey Alfonso XIII al Presidente del último Consejo de Ministros, el almirante Aznar:
“Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas.
Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra Patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el Rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.
Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.
También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles.
Alfonso XIII.”
En Madrid, sobre las cuatro de la tarde, fue izada la bandera tricolor en el Palacio de Comunicaciones. La edición de noche del Heraldo de Madrid de fecha 14 de abril de 1931, en cuya portada se lee “¡Viva España Libre!” y “El pueblo, mientras los ministros estudiaban una posible solución de la crisis, proclamó la República en numerosas ciudades y aldeas”, se nos dice que:
“Estamos frente a un momento histórico, quizá el más trascendente de cuantos se han producido en la Historia de nuestro país, y hemos de afrontarle con serenidad digna, con serenidad que acredite al pueblo español de capacitado para asumir la grave responsabilidad de gobernarse y de liquidar con justicia el periodo infamante que precedió inmediatamente a este momento.
Es un momento de extrema gravedad, que nos obliga a caminar por la seda emprendida con el paso firme y seguro, de quien sabe adónde va y lo que se propone. Los nervios, el ímpetu excesivo, llevan a los pueblos a caminar a saltos, que pueden precipitar en el vacío y es preciso, ahora más que nunca, evitar cuanto pueda constituir peligro para la magnífica labor realizada y para la que aún queda por realizar.
El entusiasmo, un poco irreflexivo y un poco pueril -pero tan explicable al cabo de estos ocho años últimos, en que la arbitrariedad pretoriana de un régimen moribundo mantuvo amarrada con todos los recursos de la fuerza ilegal a una nación hambrienta de justicia y de ley-; el entusiasmo de anoche, repetimos, costó al pueblo más sangre todavía, sobre la que lleva vertida en la lucha por la reconquista de su libertad. Y harta sangre lleva ya derramada el pueblo para que no seamos avaros de ella y procuremos economizarla.”
Todo el mundo entendió las Elecciones Municipales del 12 de abril como un plebiscito sobre la Monarquía, por lo que cuando se supo que las candidaturas republicano-socialistas habían ganado en todas las capitales de provincia (en 41 de las 50), el Comité Revolucionario hizo público un comunicado afirmando que el resultado de las elecciones había sido “desfavorable a la Monarquía y favorable a la República” y anunció su propósito de “actuar con energía y presteza a fin de dar inmediata efectividad a los afanes de esa España, mayoritaria, anhelante y juvenil, implantando la República”. Era la primera vez en la historia de España que un gobierno era derrotado en unas elecciones. Leamos lo que decía el diario
La Voz de Menorca de fecha 15 de abril de 1931.
“CIUDADANOS:
Se ha producido ya el magno acontecimiento anhelado por todos con la proclamación de la segunda República Española.
Para ello lucharon varias generaciones y dieron su libertad y aún su vida hombres generosos y abnegados, amantes de la Patria y servidores del Pueblo a cuyo servicio pusieron a contribución todas sus fuerzas y todos sus alientos.
Nos ha servido de guía el ejemplo de aquellas excelsas figuras de la Primera República que se llamaron Pí y Margall, Castelar, Salmerón, Figueras, Ruiz Zorrilla, Pablo Iglesias, y tantos otros que con su talento, honradez, rectitud y seriedad representan una tradición gloriosa que llena de prestigio al republicanismo y obrerismo de nuestra nación.
Tales nombres han de estar grabados en nuestro pensamiento, en los presentes momentos, con mayor fuerza que nunca y hemos de honrarles como se merecen.
No debemos olvidar tampoco a los luchadores que desde la caída de la República del 73 mantuvieron encendido el fuego del ideal, a prueba de decepciones y otras contrariedades; a la intelectualidad española, sabios, literatos, médicos, ingenieros, abogados, profesores y a los valientes estudiantes que han persistido en su rebeldía latente hasta que han conseguido derribar a una monarquía secular. A las organizaciones obreras y al partido socialista español.
Y hemos de inscribir en mármoles y bronces los nombres de los mártires Galán y García Hernández y exaltar también a sus abnegados compañeros que honraron su uniforme y dieron prestigio, honra y prez al Ejército, levantándose en armas con la intención de llevar a efecto lo que era la voluntad nacional.
Son estos días de gozo, que hemos de disfrutar a pleno pulmón respirando los aires de la Libertad, expansionando el cuerpo y el espíritu después de ocho años de ignominia y opresión. Pero haciéndonos dignos de esta misma libertad que hemos conquistado y obrando como debe hacerlo un pueblo nombre y consciente como el nuestro, se hace preciso mostrarnos correctos y respetuosos con todo el mundo, con los intereses y con las personas considerando por un igual a todas éstas, sea cualquiera el bando en que militen, ya que todos somos ahora ciudadanos de la República Española.
Vuestra noble conducta en el día de ayer debe persistir hoy y en los días sucesivos para llevar la confianza a todos los confines de nuestra Patria y reconquistar nuestro crédito en todo el mundo civilizado.
Tenemos ya constituido el Gobierno de la República. En él hemos de depositar la confianza para ayudarle a consolidar el nuevo régimen que se ha proclamado. Pronto tendremos unas autoridades republicanas a cuyas órdenes hemos de estar y cuyas disposiciones deben merecer todos nuestros respetos.
Luego designaremos por nuestros sufragios, libremente emitidos, el Parlamento que ha de establecer la legislación de la República y la de exigir las responsabilidades que demandó el país.
Esperemos, pues, con tranquilidad el desarrollo de los acontecimientos en estas horas únicas que vive nuestra Patria.
Tengamos fe en la fuerza de nuestro ideal y confianza en los hombres que la encarnan y en cuantos asumen las responsabilidades de la dirección y de la orientación.
Sean nuestros lemas las ideas de PAZ, ORDEN, JUSTICIA, TOLERANCIA e IGUALDAD.
Y si hemos de lanzar al aire la expresión de nuestros anhelos ya satisfechos, que sean nuestras únicas exclamaciones las que se concretan en las siguientes frases que brotan del corazón.
¡Viva España! ¡Viva la República!
EL COMITÉ REPUBLICANO.”
En Don Benito, en la sesión plenaria extraordinaria celebrada el día 15 de marzo de 1931, se da cuenta de la Real Orden circular número 97 del Ministerio de la Gobernación del 10 del mismo mes, donde se dispone:
“…que en este mismo día se proceda a acordar el número total de Concejales que han de integrar las futuras Corporaciones Municipales, cuya renovación se ha de verificar en la totalidad de sus componentes, con arreglo a la escala del artículo treinta y cinco de la Ley Municipal de dos de Octubre de mil ochocientos setenta y siete y procedimiento señalado en la Ley Electoral de ocho de Agosto de mil novecientos siete, a fin de ser elegidos en las próximas elecciones, haciendo consiguientemente el cómputo del número de Concejales proporcional al de residentes por distritos, que han de consignarse en la relación numérica que debe remitirse al Gobierno Civil de la Provincia.”
Tras rectificar el Padrón de habitantes del municipio del año 1929, se arrojaba un total de 22.014 residentes. Por este motivo, y cumpliendo con el artículo 35 de la Ley Municipal de dos de octubre de mil ochocientos setenta y siete, se acuerda que sean 24 el total de Concejales que han constituir la futura Corporación Municipal de Don Benito, con renovación de todos sus miembros.
Según el censo electoral que se encontraba entonces vigente, el término municipal se encontraba dividido en la forma siguiente:
La jornada de las Elecciones Municipales transcurrió “con la mayor tranquilidad, sin que se registraran incidentes de importancia”, en la provincia de Badajoz.
De los 163 pueblos de la provincia pacense, la mayor parte se pronunció por la Monarquía. La provincia obtuvo 1.111 concejales monárquicos y 341 antimonárquicos.
El día 14 de abril, fecha de la proclamación de la Segunda República, el Comité Revolucionario se convirtió en el primer Gobierno Provisional, nombrando a Alcalá-Zamora como Presidente del mismo. El Decreto del Comité político nombrando Presidente del Gobierno provisional de la República a D. Niceto Alcalá-Zamora y Torres, publicado en la Gaceta de Madrid, número 105, de 15 de abril de 1931, dice así:
“El Gobierno provisional de la República ha tomado el Poder sin tramitación y sin resistencia ni oposición protocolaria alguna; es el pueblo quien le ha elevado a la posición en que se halla, y es él quien en toda España le rinde acatamiento e inviste de autoridad. En su virtud, el Presidente del Gobierno provisional de la República, asume desde este momento la jefatura del Estado con el asentimiento expreso de las fuerzas políticas triunfantes y de la voluntad popular conocedora, antes de emitir su voto en las urnas, de la composición del Gobierno provisional.
Interpretando el deseo inequívoco de la Nación, el Comité de las fuerzas políticas coaligadas para la instauración del nuevo régimen, designa a D. Niceto Alcalá Zamora y Torres para el cargo de Presiente del Gobierno provisional de la República.
Madrid, catorce de abril de mil novecientos treinta y uno.
Por el Comité, Alejandro Lerroux, Fernando de los Ríos, Manuel Azaña, Santiago Casares Quiroga, Miguel Maura, Álvaro de Albornoz, Francisco Largo Caballero.”
Posteriormente, una vez instalado el micrófono y realizada la presentación por el speaker de Unión Radio, tomó la palabra el Presidente de la República. El Correo extremeño de fecha14 de abril de 1931 dice así:
“En nombre del Gobierno de la segunda República española saluda al pueblo una voz, la de su presidente, velada por la emoción ante el espectáculo sin igual de esta lección de ciudadanía casi imposible de reflejar, por la que sea resuelto el problema de la revolución latente y el cambio de una estructuración política en medio de un orden maravilloso, siempre dentro de la vía legal.
El Gobierno todo, en nombre del cual hablo, compartiendo los afanes del país, está dispuesto a recoger los ideales nacionales y ofrece que pronto acudirá a las Cortes, donde el mismo país dictará el modelo de su estructuración política.
Y entretanto el Gobierno, realizando el programa de justicia social y captación política, de reformas administrativas, de supresión de injusticias, depuración de responsabilidades y restablecimiento de la ley, dará al pueblo las satisfacciones que anhela.
El acto del domingo, por ser admirable, tiene parangón con el de ayer al manifestar el pueblo en las calles, con un orden envidiable, su deseo de implantar la República mediante un acto soberano, y es seguro que el mundo entero sentirá y admirará la conducta de España, que ha puesto en otras manos sus destinos en medio de un orden perfecto.
Asistir al Gobierno con vuestra ayuda y vigilar sus actos y exigir las responsabilidades que mereciere. Prometemos cumplir conforme a nuestra conciencia y no reclamamos el aplauso vuestro, sino la confianza, vuestra confianza, que es nuestro único derecho.
Vuestra confianza no ha de ser excusa para que ejercitéis el derecho de la vigilancia, porque sois el verdadero Gobierno de la nación. Procurad que vuestra conducta no dé lugar a reacciones importunas.
Se ha restablecido la República con normalidad completa, y hemos tomado posesión sin que se registren incidentes en todo el país.
El primer acto de Gobierno ha sido la concesión de una amplia amnistía.
Es seguro que España ansiará el amor de todas sus regiones, sin que ningún pueblo se considere dejado, ningún pueblo se considere vejado.
¡Viva la República!”
El nuevo Gobierno Provisional de la Segunda República quedó constituido de la forma siguiente:
El diario El Liberal de fecha 15 de abril de 1931 nos dice que:
“Y se constituyó el Gobierno de Alcalá Zamora entre manifestaciones de júbilo desbordantes de entusiasmo en la Puerta del Sol, calle de Alcalá, carrera de San Jerónimo, plaza de la Cibeles y Neptuno… Todo Madrid ofrecía un aspecto imponente. Se había proclamado la República sin derramar una gota de sangre, y todas las clases sociales se adherían con entusiasmo a la nueva forma de gobierno; los trabajadores, tanto intelectuales como manuales, porque la República les ofrecía una intervención más directa y efectiva en la gobernación del Estado; la burguesía, porque la República será la mayor garantía de sus intereses legítimos; la milicia, porque el Ejército dejaba de pertenecer al Pretorio para ser el brazo armado de una patria independiente y libre; el clero, porque su misión, de tejar arriba, no tiene beligerancia de tejas abajo.
España renace a una nueva vida, que le permitirá incorporarse a los estados de Europa y América, enaltecida por la cívica ejecutoria que supone haber derribado una Monarquía sin un hecho de fuerza que hiciera tan ilegítima por su origen la República como lo fue la Monarquía.
¡Esto fue siempre para nosotros lo más importante! Los estados modernos deben estructurarse en Derecho y no por la fuerza.”
“La bandera tricolor, izada por veinte millones de españoles, ondea en toda la nación, desde el palacio real al último Municipio aldeano.”
Poco después de la una de la madrugada del día 14, los miembros del Gobierno Provisional seguían reunidos; es el Subsecretario de Presidencia quién sale de dicha reunión y entrega a los medios de información la primera declaración ministerial, que es la que sigue, según el Heraldo de Madrid de fecha 15 de abril de 1931:
“El Gobierno Provisional de la República tiene la seguridad absoluta de que las fuerzas políticas y sociales que han colaborado en la implantación del nuevo régimen habrán de mantener la más absoluta disciplina. A esto les excita y de esto nace depender el prestigio y la suerte de la República.
Son muchos los que intentan mermar el prestigio de la República que nace, y por eso mismo el Gobierno abriga la convicción plena de que quienes le dieron el poder colaborarán esforzadamente por fortalecerle.
Respecto de los elementos sociales adversos hasta hoy a lo que representa la República, el Gobierno espera que sabrán comprender la enorme trascendencia que en esta hora grave ha de tener para el porvenir de España la conducta que en las circunstancias actuales observen.
Hemos comenzado inmediatamente a trabajar con ahínco a fin de crear un ambiente de justicia y respeto desconocido hasta hoy en nuestra España, e inspirado en este empeño el Gobierno ha redactado los siguientes decretos:
1º.- Decreto del nombramiento del Presidente del Gobierno Provisional.
2º.- Ídem. de los Ministros.
3º.- Es estatuto jurídico del Gobierno Provisional.
4º.- El decreto de amnistía.
5º.- El decreto de creación del Ministerio de Comunicaciones; y
6º.- Otro declarando fiesta nacional el día de hoy.
El Gobierno sigue laborando y permanecerá reunido algún tiempo.”
Dos días después de la proclamación, tal y como podemos comprobar en el siguiente texto, el Ministerio de la Gobernación pide a la ciudadanía tranquilidad en las calles de las localidades. El Avisador Numantino de fecha 18 de abril dice así:
“La República española naciente ha visto con satisfacción que su advenimiento haya sido recibido con expansiones populares de regocijo, y a esta manifestación espontánea ha prestado su más solícito triunfo, pero transcurridos los dos primeros días es preciso que renazca la tranquilidad en la vía pública, y que todos, dentro del cumplimiento de sus deberes cívicos, cooperen al mantenimiento del principio de autoridad, indispensable para que el ejercicio de los derechos de la ciudadanía se exteriorice con tal legitimidad y medida que constituya una sólida garantía de lo que ha de ser la nueva organización política del Estado español.
No hacerlo así sería tanto como ayudar a los enemigos de la República, interesados en la merma de su prestigio y de su autoridad. En tal concepto, a partir del día de hoy, los funcionarios encargados de velar por el orden público, siguiendo las instrucciones al efecto recibidas, tomarán las medidas necesarias para impedir que la tranquilidad del vecindario esté a merced de quienes solo se propondrían con el alboroto sembrar la desconfianza en la opinión pública y distraer al Poder constituido de la trascendental misión que en todos los órdenes está llamado a desempeñar.”
Tras el período del Gobierno Provisional (abril-diciembre), que es cuando se aprobó la Constitución de 1931 y se iniciaron las primeras reformas, la historia de la Segunda República “en paz” (1931-1936) se divide en tres etapas. Un primer bienio (1931-1933) durante el cual la coalición republicano-socialista presidida por Manuel Azaña Díaz llevó a cabo diversas reformas que pretendían modernizar el país. Un segundo bienio (1933-1935), durante el cual gobernó el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux García, apoyado desde el Parlamento por la derecha católica de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), que pretendió “rectificar” las reformas del primer bienio. Durante este periodo se produjo la insurrección anarquista y socialista conocida como “Revolución de 1934”. La tercera etapa estuvo marcada por el triunfo de la coalición de izquierdas conocida con el nombre de “Frente Popular” en las elecciones generales de 1936, y que sólo pudo gobernar en paz durante cinco meses a causa del Golpe de Estado del 17 y 18 de julio promovido por una parte del ejército que desembocó en la Guerra Civil Española.
Durante la Segunda República “en guerra” (1936-1939) se sucedieron tres gobiernos: el presidido por el republicano de izquierda José Giral Pereira, aunque durante su corto mandato el poder real estuvo en manos de los cientos de comités que se formaron cuando estalló la revolución española de 1936; el siguiente gobierno fue presidido por el socialista Francisco Largo Caballero; y el tercer gobierno fue presidido por el también socialista Juan Negrín López, que gobernó hasta principios de marzo de 1939, cuando se produjo el Golpe de Estado del Coronel Segismundo Casado López, que puso fin a la resistencia republicana, dando paso a la victoria del bando sublevado encabezado por el General Francisco Franco Bahamonde. A partir de entonces, la República dejó de existir en el territorio español, aunque sus instituciones se mantuvieron en el exilio debido a que la mayoría de sus miembros había huido de España.
Principales medidas del Gobierno Provisional de la República.
Una de las principales medidas que toma el nuevo Gobierno de la República es el de, mediante Decreto, conceder la más amplia amnistía de todos los delitos políticos, sociales y de imprenta, sea cual fuese el estado en que se encontrase el proceso, incluso los que ya habían sido fallados definitivamente, y la jurisdicción a la que estuviesen sometidos. Como excepción estaban los delitos cometidos por los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos y los de injuria y calumnia a particular, que eran perseguidos en virtud de querella de éstos. Según el Correo extremeño de fecha 14 de abril de 1931, inicia el Decreto de la forma siguiente:
“El Gobierno de la República española, teniendo en cuenta que los delitos políticos, sociales y de imprenta responden generalmente a un sentimiento de levada idealidad, que los hechos más recientes de ese orden han sido impulsados por el amor a la Libertad y a la Patria, y, además, legitimados por el voto del pueblo en su deseo de contribuir al restablecimiento y afirmación de la paz pública, decreta, como primera medida de su actuación, lo siguiente: (…).”
Otra de las medidas fue disolver el cuerpo de los Somatenes, creados por la dictadura del General Primo de Rivera en septiembre de 1923. El decreto de Presidencia, según El Avisador Numantino de abril de 1931, decía así:
“Artículo primero. Quedan disueltos los Somatenes creados por la Dictadura en septiembre de 1923, sin que esta medida afecte a los mismos dentro de Cataluña ni se oponga a que pueda subsistir con su organización, número y cometido tradicionales en las provincias catalanas.
Artículo segundo. En el plazo de cuarenta y ocho horas, deberán los somatenes, bajo su más estricta responsabilidad, entregar el armamento al puesto o línea a que corresponda de la Guardia Civil, por cuya mediación se depositará aquél en los Parques.
Dado en Madrid a 15 de abril de 1931.- El Presidente del Gobierno Provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora.”
Una tercera medida fue la de la derogación, sin ningún valor y efecto, el Código Penal de 1928; así como los decretos-leyes de la Dictadura que establecieron o modificaron definición de delitos o fijación de penas.
También, por Decreto del Ministerio de Justicia, se acordó el Indulto General:
“Se concede indulto total a los condenados a penas correccionales y a los que, sufriendo penas aflictivas, les quedara por cumplir menos de cuatro años.
Se concede indulto de la mitad de la pena que aún les quedara por cumplir a los reclusos no comprendidos en el artículo anterior.”
Igualmente, el Gobierno Provisional decretó el 14 de abril como fiesta nacional.
Constitución del nuevo Ayuntamiento republicano de Don Benito
En las Elecciones Municipales del 12 de abril de 1931, el número de electores que emitieron en Don Benito el sufragio fue de 3.994. Distribuido entre las diferentes candidaturas dio el resultado de 1814 para los hermidistas, 1276 para la conjunción liberal y 904 para la conjunción republicano-socialista. Esto quiere decir que fue la agrupación hermidista quien sacó más concejales, un total de 13. Los liberales sacaron 8 concejales, los socialistas sacaron 2 y los republicanos solamente 1 (13 conservadores, 8 liberales y 3 antimonárquicos).
El día 16 de abril de 1931, a las cinco de la tarde, se procedió a posesionar en sus cargos a los concejales elegidos en las Elecciones Municipales del día 12.
Bajo la presidencia del alcalde saliente, D. Ricardo Esteban Jiménez, y con asistencia de los nuevos y antiguos concejales, se procedió en el Salón de Sesiones de las Casas Consistoriales a constituir el Ayuntamiento. El Correo extremeño de fecha 19 de abril de 1931 dice así:
“El Sr. Presidente, concejal electo, en nombre de la mayoría hermidista, dijo que todos acatan el nuevo régimen republicano y que vienen al Ayuntamiento completamente desligados de toda la política de partido, estando dispuestos a colaborar con la minoría republicano-socialista en todo, guiándoles solamente el deseo de que su labor en el Municipio sea próspera y fructífera para los intereses de Don Benito, a cuyo efecto dedicarán sus actividades a la mejor labor administrativa.”
Por el Secretario se dio lectura al telegrama oficial del Gobernador Civil de la Provincia de Badajoz, de fecha 15 de abril de 1931, ordenando la constitución de los Ayuntamientos, y se da cuenta de la relación de los concejales proclamados por la Junta del Censo.
“Según órdenes recibidas Ministro Gobernación procederá V. a posesionar y constituir sin pérdida de momento ese Ayuntamiento con los Concejales que resultaron elegidos por el artículo veintinueve y el día doce del actual, y contra los cuales no haya habido protestas anteriores o simultáneas al acto de la elección y que le conste a V. con toda certeza de estos caso, o sea, cuando haya habido protestas de importancia, se abstendrá de dar posesión solamente a quienes afecten las mismas, dándome cuenta por el medio más rápido de los Concejales a quienes no de posesión por tales causas y naturaleza de estas para resolver en su virtud. Del incumplimiento de este mandato exigiré a V.S. la responsabilidad a que hubiere lugar.”
El Ayuntamiento de Don Benito quedó constituido, con arreglo a la antigua Ley Municipal de 2 de octubre de 1877, de la siguiente forma:
Ayuntamiento constituido el día 16 de abril de 1931, tras la proclamación de la Segunda República Española
Alcalde-Presidente-Emilio Sánchez Valadés- Republicano-Unanimidad
Primer Teniente de Alcalde- Francisco Santamaría Cabanillas-Hermidista
Segundo Teniente de Alcalde-José Andújar y Andújar-Socialista
Tercer Teniente de Alcalde-Antonio Gallardo y Martín de Prados- Hermidista
Cuarto Teniente de Alcalde-Manuel Sánchez Gallego- Socialista
Quinto Teniente de Alcalde-Antonio Paredes Álvarez-Hermidista
Concejal-José Guillén y Calderón de Robles-Liberal
Concejal-Francisco Valdés Nicolau-Liberal
Concejal-Antonio Félix Martín Pérez
Concejal-Manuel Flores Gómez-Hermidista
Concejal-Francisco Mera e Hidalgo-Barquero-Hermidista
Concejal-Ricardo Esteban Jiménez-Hermidista
Concejal- Francisco Solo de Zaldívar y Ruiz-Hermidista
Concejal-Félix Gómez González
Concejal-Vicente Sanz Diéguez-Hermidista
Concejal-José Romero Alguacil-Carrasco
Concejal-Fernando Hermida Pérez-Hermidista
Concejal-Tomás Gómez Cidoncha-Liberal
Concejal-Gregorio Peralta Cáceres-Liberal
Concejal-José Gómez Tena
Concejal-Ricardo Terroba Vallejo-Hermidista
Concejal-Antonio García Sánchez
Regidor Síndico-Andrés Córdoba Cuesta-Hermidista
Regidor Síndico suplente-Francisco Ayuso Velarde-Hermidista
Constituido el Ayuntamiento el 16 de abril de 1931, tomó la palabra el Alcalde-Presidente, D. Emilio Sánchez Gómez-Valadés, quien, dirigiéndose a los asistentes, dijo:
“Gracias a la Corporación Municipal por el honor de haberme elegido Alcalde en estas circunstancias especiales en que me acabo de posesionar en Gobernación del Poder público del Gobierno Provisional de la República con la asistencia fervorosa del pueblo y la cooperación leal y respetuosa de la fuerza pública. Confío en que, para el desarrollo de la labor municipal de suyo difícil, se me preste por todos los elementos, la cooperación necesaria, a la que sabré corresponder con mi conducta, inspirada en el bien de la Patria y el Municipio.”
Como dato curioso, en el Pleno del día 18 de abril, el Sr. Emilio Sánchez Valadés, a la sazón Alcalde-Presidente, renuncia a su cargo de encargado del reloj público de la Ciudad subvencionado por el Ayuntamiento. Emilio renunció por que consideraba que le incapacitaba para ello el haber sido elegido Concejal. Se nombró para el cargo interinamente a D. Salvador Sánchez Cidoncha.
El día 23 o 24 de abril, en el Salón de Sesiones de las Casas Consistoriales se lleva a cabo, con gran solemnidad, la celebración de la Fiesta del Libro. En ella, Emilio Sánchez Valadés, el Alcalde, tiene la presidencia; estaba acompañado de las autoridades, notarios, el registrador de la propiedad y maestros de primera enseñanza de Don Benito. En un momento, según el Correo extremeño de fecha 25 de abril de 1931, el Alcalde dirige la palabra a los asistentes y manifiesta, en pro de la República, lo siguiente:
“Por las circunstancias de todos conocidas, ocupo el cargo de Presidente de la Corporación, en nombre del Gobierno provisional de la República, a quien represento, para garantizar el orden y defensa de los intereses de mis convecinos, en cuya obra pongo toda mi buena voluntad.
Los Ayuntamientos están obligados a cooperar en esta fiesta, y el nuestro tiene destinadas al Día del Libro una cantidad en armonía con su presupuesto.
La labor más fecunda que puede realizarse en pro de la cultura patria es la mejor divulgación de buenas lecturas y estimular a los ciudadanos a que concurran a las bibliotecas, a fin de que paulatinamente vayan adquiriendo los conocimientos precisos para hacer de nuestra España la nación más culta del mundo y saludar en el libro a otra bandera de la Patria de la forma tan cívica y tan ejemplar como lo ha sido la bandera tricolor en los momentos históricos de proclamarse la República en toda España.”
Tras varias intervenciones más, termina el acto con la del maestro nacional Ángel Alejandro Guzmán Sauceda, Presidente del Comité Republicano de Don Benito quien, señalando la bandera que se encuentra en el Salón, dice:
“esa bandera es la republicana, y a la que se debe respetar y venerar, pues bajo sus pliegues España ocupará en el mundo el puesto que le corresponde, si todos ayudan a la consolidación del nuevo régimen.”
Constitución de la Comisión Gestora Municipal de Don Benito.
En la sesión extraordinaria del Pleno de fecha 24 de abril de 1931, solamente ocho días después de constituirse el nuevo Ayuntamiento, se da lectura de un oficio del Gobernador Civil de la Provincia de Badajoz donde se anula la constitución que tuvo lugar el día 16 y se constituye una Comisión Gestora.
“Habiéndose anulado la constitución de ese Ayuntamiento según decreto de este Gobierno Civil, de fecha veintiuno del actual, de conformidad con las instrucciones recibidas del Excmo. Señor Ministro de la Gobernación en su telegrama circular nº 74, se servirá V. dar posesión a los Sres. que al margen se detallan, designados por el Comité de conjunción republicano-socialista provincial, cumpliendo lo ordenado por este Gobierno, para que, como miembros de la Comisión Gestora se encarguen de la administración de ese Municipio con carácter interino y mientras se resuelva el expediente electoral que se está incoando en este Gobierno, dándome cuenta de haber cumplimentado lo que en la presente comunicación se le interesa tan pronto la haya recibido, pues en caso contrario me veré obligado a imponerle la sanción a que me autoriza la Ley.”
Comisión Gestora constituida el día 24 de abril de 1931
Alcalde-Presidente: Emilio Sánchez Valadés
Vice-Presidente: Ramón Dorado Hurtado
Vocal primero: José Andújar y Andújar
Vocal segundo: José Fernández Martín
Vocal tercero:Ángel Alejandro Guzmán Sauceda
El Vocal tercero, Ángel Alejandro Guzmán Sauceda, tomó la palabra para dirigirse a los asistentes tras tomar posesión:
“…esta Comisión limitará su gestión administrativa al desarrollo de los presupuestos ordinarios y extraordinarios de vigencia, no ofreciendo por ahora ningún programa de relación con la Hacienda local, ínterin sea resuelto el expediente electoral incoado, y constituido definitivamente el Ayuntamiento.”
En el Pleno del día 4 de mayo se acuerda pagar a Carmen Morcillo Lozano la cantidad de seis pesetas y cincuenta céntimos, por la confección de dos banderas con los distintivos mandados observar de tricolor, como símbolo de la República de España.
La Segunda República Española llegó a su fin el 1 de abril de 1939, fecha en la que, la radio del bando rebelde, Radio Nacional de España, difundía el último parte de la Guerra Civil Española, dándose así inicio a la Dictadura del General Francisco Franco. El “Parte Oficial de Guerra” decía así:
“En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, alcanzando las tropas Nacionales sus últimos objetivos militares. LA GUERRA HA TERMINADO.”
Don Benito, 14 de abril de 2020